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12 de octubre de 2024
La Trochita : Turismo Argentino

La Trochita, un paseo único en el mundo con cien años de historia:
Una verdadera aventura a través del tiempo sobre un tren de más de 100 años recorriendo el paisaje patagónico, la historia de la región y la vida de su gente.
Turismo en la Patagonia La Trochita, un paseo único en el mundo con cien años de historia: cuánto sale el viaje Una verdadera aventura a través del tiempo sobre un tren de más de 100 años recorriendo el paisaje patagónico, la historia de la región y la vida de su gente. La Trochita, un paseo turístico único. Viajar en este centenario tren es una experiencia única que lleva a los pasajeros a vivir tiempos remotos, a sumergirse en la inmensidad de los paisajes patagónicos y a conocer, durante el recorrido, la historia de los pueblos que habitaron y habitan esos parajes lejanos. El Viejo Expreso Patagónico comenzó a funcionar en 1922 y se conoce como «La Trochita» debido a que la distancia entre los rieles es de 75 centímetros de ancho, una adaptación de las vías pensada para circular en esta zona, algo que lo hace único en el mundo. Imagen de El mágico pueblo de la Patagonia elegido como «el más hospitalario»: la perla de la Comarca Andina El mágico pueblo de la Patagonia elegido como «el más hospitalario»: la perla de la Comarca Andina El trayecto Esquel – Nahuel Pan, en la provincia de Chubut, es un paseo de tres horas (ida y vuelta), el cual comienza en la estación original donde funciona el Paseo Ferroviario, con un boleto de cartón (ciertamente un recuerdo de la experiencia) y la maniobra de enganche de la locomotora, en una especie de ritual que arranca aplausos de los espectadores. El silbato suena, La Trochita echa humo, las guías a cargo piden a los pasajeros que tomen sus ubicaciones y el paseo comienza a un ritmo tranquilo que permite observar algunas casas alejadas de la ciudad de Esquel, enmarcadas por un muro de montañas, para comenzar a atravesar luego una vegetación desértica. El tren en sí es una reliquia de más de 100 años, con salamandra en todos los vagones y categorías de primera y segunda clase, donde la única diferencia consiste en que los asientos son acolchados y forrados en cuero o de madera, pero el precio del boleto es igual en todos los casos. Constituye un patrimonio cultural e histórico del país, y actualmente solo viaja con fines turísticos, pero antes, entre 1950 y 1993 (año del cierre del ramal), tuvo una importante función en el traslado de pasajeros, ya que conectaba Esquel con Ingeniero Jacobacci, un pequeño pueblo de la meseta central de Río Negro, desde donde se podía hacer un trasbordo para llegar a la estación de Constitución, en Buenos Aires. Una vez que los pasajeros se encuentran en sus lugares y la formación comienza su camino, las guías informantes dan la bienvenida para luego brindar información relevante sobre este singular medio transporte y dar detalles del recorrido que realiza. Tiene una capacidad de 190 personas en sus seis vagones, además del furgón donde viaja el guarda y el coche bar, decorado como a principios del siglo XX, donde los turistas pueden sentarse a tomar un café, una cerveza artesanal o un whisky, además de degustar las especialidades de una deliciosa panadería de Esquel. «Viene mucha gente de ciudad a relajar el día a día y les encanta que se siga manteniendo el tren con la misma modalidad de hace muchísimos años atrás», comenta, mientras el tren avanza apacible sobre sus rieles. El trayecto, que comienza en Esquel, cubre una distancia de 19 kilómetros, con un total de 49 curvas, y a medida que el viajero se deja absorber por la inmensidad de esos parajes, comienza a notar el cambio en la vegetación, conocido como «ecotono».
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